LOS ALAMOS ...
UNA ESTANCIA DE HISTORIA VIVA



_____________por Marina Correa / fotos: Alejandra Amar

Murales de Soldi, Basaldúa, un tapiz de Norah Borges (hermana de Jorge Luis), manuscritos de Manucho Mujica Láinez, una colección de libros españoles, ingleses e históricas revistas literarias. Pinturas contemporáneas de Hoffmann, Mortarotti o Roggerone, todo convive en una armónica distribución en los distintos cuartos de la estancia “Los Alamos”. La misma armonía que encuentran sus visitantes, cuando deciden habitar por unos días, ese lugar lleno de una historia que no intimida, sino que invita a disfrutarla.
Como dice su pórtico conservado desde la construcción original, la estancia se edificó en 1.830. En aquél momento, la idea fue que la vivienda perdurara como una verdadera fortaleza, que previniera el ataque de los indios, quienes resistían sin cansancio la colonización europea. Su patio cerrado, el aljibe interno y la distribución de las habitaciones - todas con vista al patio interno-, son testimonio viviente de aquél espíritu fundador.
Bautizada originalmente con el nombre de “Punta del Monte”, Domingo Bombal –ex gobernador de Mendoza- adquiere la propiedad y es finalmente su hijo –también llamado Domingo- quien se radica definitivamente en la estancia, abrumado por la desaparición de toda su familia a manos de un cruento terremoto. Domingo (h) se casa con una inglesa quien al fallecer su esposo (en 1.907), parte a Buenos Aires con sus tres hijas. Una de ellas –Susana- , luego de convertirse en una prolífica escritora, y codearse con la más selecta comunidad artística-literaria porteña, regresa a su hogar de la infancia y la rebautiza “Los Alamos” –en honor a los frondosos árboles que rodean el lugar-.
Dueña de una fina sensibilidad, Susana imaginó la casa más allá de su existencia, el mismo espíritu que prevaleció en su sobrino nieto Camilo y él que hoy continúa su hermano Ignacio, con el apoyo de toda su familia. “Lo que más me conmueve, es que cuando todos hacían las grandes estancias copiando el estilo francés, europeo, Susana decidió modificar la estancia respetando su originalidad. Su elegante sencillez, es riquísima, es una obra de arte en sí misma, uno llega y se abruma con la casa, es un museo viviente”, dice Ignacio Aldao.
Los amigos de letras de Susana, y artistas de las más variadas ramas culturales, que luego devendrían en famosos artistas y escritores del país, pasaron por “Los Alamos”. El testimonio de aquellas presencias, perdura en los recuerdos que dejaron a su paso, una carta de puño y letra de Borges, es el diamante de una infinita colección.
Los cuartos, bautizados con nombres que hablan de su decoración, de los personajes que los habitaron, de algún momento especial; recibe a turistas y amigos que quieren compartir esta idea de vivir creando la historia. Ignacio Aldao lo resume así “vas y te sentás en un sillón que tiene 100 años y no sentís como en otras antiguas casonas, ese temor por tocar algo histórico, aquí si algo se rompe lo mandamos a arreglar. Cami –su hermano fallecido en enero de 2004- decía que las casas son organismos vivos y había que con continuar inventándolas”. Así continúan los días en “Los Alamos” ... llenos de vida.








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